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En un escenario cada vez más tenso entre fans, artistas y productoras de espectáculos, el reciente pronunciamiento de Michael Rapino —CEO de Live Nation— ha puesto el dedo en la llaga: los precios de los boletos para conciertos “están aún por debajo de lo que deberían”. Durante su participación en la conferencia de CNBC y el evento de Boardroom denominado Game Plan, Rapino afirmó:

“La gente en deportes, me río, considera un honor gastar 70 mil dólares por estar al borde de la cancha de los Knicks. Luego me pegan porque cobramos 800 dólares por ver a Beyoncé.” Y añadió: “Cuando lees que los precios de los boletos van a subir, el promedio del boleto aún es 72 dólares. Intenta ir a un juego de los Lakers por eso. El concierto está infravalorado y lo ha estado por mucho tiempo.”

Estas declaraciones, que en efecto agregan batería al debate sobre la accesibilidad de los conciertos y los márgenes de la producción, provocaron una oleada de reacciones —artistas como Jack Antonoff lo calificaron de “una forma enferma de verlo”.

Actualidad de los conciertos, los boletos y la crisis de rentabilidad para muchos artistas

La postura de Live Nation cobra especial relevancia en un momento en el que la industria del espectáculo vive doble tensión. Por un lado, los costos de producción —escenarios, transporte, crew, tecnología— han crecido de forma considerable. En sus comentarios, Rapino citó el ejemplo de la gira de Beyoncé con “62 camiones de transporte” como indicativo de que “es un Super Bowl todas las noches”.

Por otro lado, muchos artistas de nivel medio o incluso alto informalmente reportan que girar ya no garantiza los mismos márgenes de antes, mientras que Live Nation / Ticketmaster y las plataformas de reventa concentran cada vez más el poder en las condiciones de venta.

Según un estudio de la International Confederation of Societies of Authors and Composers (CISAC), se estima que los ingresos de los creadores de música podrían caer hasta un 24 % para 2028 debido al impacto de la IA —pero esta cifra también refleja la presión en la cadena de valor del espectáculo en vivo.

Así, aunque los grandes nombres continúan vendiendo estadios, para una buena parte del ecosistema —pequeños conciertos, artistas emergentes, venues independientes— la rentabilidad es un desafío.

La amenaza de la IA para los músicos que desean vivir de su música

La conversación sobre los precios de los boletos no puede separarse del contexto más amplio en que los músicos enfrentan otros frentes de vulnerabilidad. Una de ellas es la irrupción de la inteligencia artificial (IA) en la creación, distribución y monetización de la música.
Por ejemplo:

  • Las herramientas de generación musical basadas en IA ya permiten producir pistas, letras o melodías con muy poca inversión.
  • Un estudio de la CISAC advierte que gran parte de los ingresos futuros de los creadores podrían estar en riesgo si no se adaptan a este nuevo paradigma.
  • Algunos analistas señalan que la IA puede ser tanto una herramienta como una amenaza: aunque puede enriquecer la experiencia en vivo, también podría reducir la necesidad de músicos humanos en ciertos segmentos. Sonarworks+1

En ese escenario, los músicos no sólo compiten por espacios, público y visibilidad, sino también por preservar su rol creativo y su capacidad de generar ingresos genuinos. La combinación de precios altos de boletos, producción costosa y la presión que ejerce la tecnología plantean un panorama crítico para quienes desean vivir de su música, participar en producciones de eventos y gobernar sus propias carreras.

¿Qué puede pasar con el futuro de los conciertos y la venta de boletos?

A partir de lo anterior, podemos vislumbrar algunos escenarios para la industria de la producción de eventos y para los conciertos en sí:

  • Subida sostenida de precios: Si el promedio de US$72 que cité Rapino es el punto de partida, es probable que los boletos sigan al alza, lo que podría generar exclusión de amplios públicos y una erosión de masa crítica para ciertos artistas o eventos.
  • Fragmentación del mercado: Por un lado seguirán los mega shows, estadios, giras globales con producción millonaria; por otro, un segmento emergente de conciertos más íntimos, locales, accesibles. Pero ese segundo segmento está hoy en crisis financiera.
  • Experiencias híbridas y tecnológicas: La IA, la realidad aumentada, los formatos virtuales podrían integrarse más, lo que cambiará el “en vivo” tradicional y quizá reduzca dependencia de grandes recursos logísticos.
  • Mayor poder de boleteras/promotoras y posiblemente más regulaciones: Las críticas al dominio de Live Nation/Ticketmaster ya derivan en investigaciones antimonopolio. Esto también puede afectar la forma en que se definen precios y accesos.

En resumen: el concierto como experiencia social podría mantenerse fuerte, pero su estructura de costos, precios, público y valor se redefine. Las productoras, los artistas y los promotores estarán obligados a adaptarse.

Solución para músicos: crear nichos propios, ingresos alternativos y alejarse del dictado de las transnacionales

Aquí es donde entra un giro esencial en la reflexión: si los gigantes de la industria (como Live Nation) dictan precios, escenarios y márgenes, los músicos deben mirar hacia adentro de sus posibilidades para construir modelos más autónomos. Algunos caminos pueden ser:

  • Enfoque en nichos específicos de audiencia, donde el público valore más la cercanía, el sentido de comunidad y la experiencia auténtica que la producción masiva.
  • Generar múltiples formas de ingreso: no sólo boletos de concierto, sino membresías, merchandising, formatos digitales exclusivos, conciertos íntimos, colaboraciones especiales, contenido para fans.
  • Usar la tecnología como aliada —no sólo como amenaza—: livestreams, experiencias híbridas, comunidades digitales que complementen la gira física.
  • Mantener el control sobre su obra: distribución independiente, uso inteligente de streaming, derechos de autor, presencia directa al fan, evitando depender exclusivamente de las grandes productoras o plataformas que imponen condiciones.
  • Colaborar con pequeños venues, productoras locales, canales alternativos para reducir costos, mantener autenticidad y generar valor real para el público.

En definitiva: alejarse del modelo de “las transnacionales determinan todo” y construir una lógica propia de producción de eventos, conciertos y música.

Desde la productora Época, creemos firmemente que la solución no está únicamente en adaptarse individualmente, sino en la unión entre los actores culturales: músicos, promotores independientes, venues alternativos, productores técnicos, comunidades de fans. Cuando se organizan colectivamente, compartiendo recursos, visiones y acciones, se genera un entorno más justo, accesible y creativo.

Si quieres sumar tu voz, proyecto o iniciativa a esta conversación sobre la producción de espectáculos y cultura, te invitamos a suscribirte a nuestra plataforma. Juntos podemos debatir, construir alternativas, conectar y replantear cómo hacen hoy los conciertos, los eventos y la industria musical.

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