La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha otorgado uno de sus máximos reconocimientos a una tradición mexicana con casi dos siglos de historia. La Representación de la Pasión de Cristo en Iztapalapa ingresó oficialmente a la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Este nombramiento destaca el valor universal excepcional de una celebración que fusiona fe, identidad comunitaria y expresión cultural viva.
El Comité Organizador de Semana Santa en Iztapalapa A.C. (COSSIAC), en conjunto con la Secretaría de Cultura federal, el Gobierno de la Ciudad de México y la Alcaldía Iztapalapa, impulsaron de manera decidida esta candidatura.
Una Tradición Centenaria con Profundo Significado Comunitario
La Pasión de Cristo de Iztapalapa nació en 1833 como un voto de agradecimiento al Señor de la Cuevita, tras el fin de una devastadora epidemia de cólera morbus. Lo que comenzó como una promesa comunitaria se ha transformado, a lo largo de casi 200 años, en un magno evento que reúne anualmente a miles de participantes y atrae a millones de visitantes nacionales e internacionales.
La UNESCO resalta que esta representación es una tradición comunitaria que expresa de manera poderosa la fe, la identidad y la cultura local. Su valor radica en el proceso colectivo: los preparativos inician en diciembre, involucrando a vecinos de los ocho barrios originarios en todos los aspectos, desde la organización logística y los ensayos hasta la confección de vestuario y la escenificación misma durante la Semana Santa.
El Alcance del Reconocimiento como Patrimonio Inmaterial
Al incluir la Pasión de Cristo de Iztapalapa en su lista, la UNESCO no solo reconoce una expresión religiosa. El concepto de Patrimonio Cultural Inmaterial protege tradiciones vivas heredadas de los antepasados y transmitidas a las generaciones futuras, que son representativas, basadas en la comunidad y se mantienen vivas. Este nombramiento busca salvaguardar la práctica, fomentar su continuidad y celebrar su papel en la cohesión social.
Con este ingreso, México consolida su posición como potencia cultural global, siendo el primer país de América Latina en número de bienes inscritos en la lista de Patrimonio Mundial y fortaleciendo ahora su patrimonio inmaterial. La Pasión de Cristo en Iztapalapa se convierte así en un símbolo de la capacidad de las tradiciones populares para dialogar con el mundo, preservando su esencia y renovando su significado para las nuevas generaciones.




